domingo, 24 de octubre de 2010

Limpiando basuras



Cap d'Agde, jueves 29 de mayo del 2008


“Esta pequeña aventura en Francia se acaba, continuará otra vez en septiembre pero el gusto que ha dejado esta quien sabe si se repetirá. Ahora con la monotonía y la tranquilidad que dejó la partida de los italianos se hace balance e incluso cuando no hay nada que hacer es bonito. Esta vida de excesos y regalada como quien dice no se repetirá en un tiempo. Como siempre, son tantas las cosas que se pueden hacer y tan pocas las que se acaban haciendo que te de la sensación de perder el tiempo, pero así es la vida y sin hacer nada se aprovecha también el tiempo vacío. Y yo podré decir junto a mis compañeros que he vivido en Cap d'Agde. Ahora queda recoger nuestra casa, la que durante 25 días hemos hecho nuestra decorandola y llenandola de basuras, cual síndrome de diogenes, pintandolo todo y dejando en cada punto nuestro toque personal. Toca vaciar todo, dejarlo blanco, vacío y sin personalidad, tal como la encontramos.”


Crónicas Nuxxianas II, “Las huídas y las búsquedas”

miércoles, 20 de octubre de 2010

Perdidos en la Toscana




Cortona, jueves 10 de mayo del 2007

"Hoy hemos hecho el perro esta mañana, hemos visto Arezzo y hemos llegado a Cortona donde hemos cogido habitación en un albergue la mar de majo. Los asquerosos del camping de Roma no nos han reservado una mierda después de marear tanto la perdiz, y al final hemos decidido pasar un poco de tiempo (más) en la Toscana. Nos hemos perdido en los trenes que hay entre Firenze y Roma pero mañana llegaremos a la capital imperial."

Crónicas Nuxxianas I, “Los días de Ca' Forno”

domingo, 17 de octubre de 2010

Calor en la laguna de los sueños

Venezia, miércoles 13 de junio del 2007

"Hace un calor de demonios, y a cada momento le da por llover 20 o 30 minutos y así sube la humedad lo que aún da más sensación de sofoco! [...] Hacemos excursiones, como la de ayer a la laguna norte, a Torcello, Burano y Mazzorbo."

Crónicas Nuxxianas I, “Los días de Ca' Forno”




Durante aquellos días descubrí también que los mosquitos son distintos en según que isla de la laguna o zona te encuentras. Mientras que en la zona de Santa Croce los mosquitos eran más bien grises, tirando hacia Santa Elena y Lido eran negros, y allí en la laguna norte eran de color verde! Darwin tendría mucho que decir sobre tanto mosquito en tan poco espacio!

Recuerdos

domingo, 10 de octubre de 2010

La casa de las niñas

Recuerdo grandes momentos en aquella casa. El despertar que no llegaba nunca, remoloneando entre aquellas sábanas pesadas y gordas. Aquel cabezal de hierro forjado. El suelo de parquet en la habitación de Sandra. El calor. Aquella cocina siempre tan concurrida. El balcón donde me cortó el pelo provocando el enfado de los vecinos. El ver películas en el salón. Maxime y yo y nuestras peleas por fregar platos. La luz de un sábado por la mañana cuando te ibas a dormir cansado. El sudor al compartir cama y tantas otras cosas. Las tardes enteras preparando y creando cenas. Cuando mientras fregaba platos Atenea me leía cuentos de Cortázar. El equivocarme siempre sobre cual de los dos interruptores del pasillo era del baño. El sofá donde me dormía las siestas con Guille. Las peleas de cojines.

Pero quizás recuerdo con más cariño aquella luz a primera hora de la tarde, con aquel silencio sólo interrumpido por el reloj de pared que había en la cocina y del que colgaban las especias que Camille trajo desde Istambul, entonces parecía que no no necesitaríamos nada más para ser felices que el tiempo podía detenerse allí con nuestro té de manzana observándonos.


Recuerdos

viernes, 8 de octubre de 2010

Frontera entre Serbia y Macedonia, domingo 4 de abril del 2010 - Tres extraños en un tren




Mi amigo Nacho siempre había querido ser un policía de fronteras para descubrir grandes casos de tráfico y corrupción internacionales, pero tal y como íbamos pasando frontera tras frontera se desesperanzaba ya que lo único que tenía que hacer era ser antipático y pedir pasaportes. Pero tiempo después en mi segundo viaje a Serbia, recuerdo como un amanecer en la frontera con la República de Macedonia, en la que sucedió algo extraño.


Había viajado ya varios días sólo desde Croacia, hasta Serbia cruzando Bosnia Herzegovina y por una vez no tuve que compartir compartimento de tren así que dormí durante toda la noche al salir de Belgrado. Iban pasando policías varios, miembros de cuerpos especiales y revisores del tren y siempre después de mi compartimento seguían hacia la izquierda, donde por lo visto había unos pasajeros que les costaba entender. El oficial siempre empezaba expresándose en serbio, pero al ver que no entendía cambiaba con más o menos precisión y soltura al inglés. Pero mis vecinos en el tren tampoco se aclaraban así porque tal y como recuerdo había muchísimas preguntas por el policía o revisor que quedaban sin responder. En una conversación cruzada que me pareció oír creí que eran Belgas, quizás algún matrimonio mayor que no haya aprendido idiomas (lo cual es raro y más si viaja por Serbia). Llegados al punto de salir del país el policía de frontera y el inspector de aduanas tuvieron los mismos problemas que todos sus predecesores con mis vecinos estos no entendían nada y se enzarzaban en varias preguntas cada vez más altas sin respuestas como si fuese un interrogatorio. Yo tenía mucha sed, había olvidado comprar agua en Belgrado y pregunté al oficial de la aduana si había bar en el tren, el hombre que hablaba francés bastante bien me respondió que si pero que esperara a que se pusiera en marcha. Bueno pues la abandonó el tren a la vez que hablando por el walkie-talkie que llevaba señalaban con la mano hacia el compartimento de mi lado. Se metieron todos en la garita y yo salí a estirar las piernas al pasillo. Entonces descubrí a mis extraños vecinos de viaje. Uno de ellos (eran tres), estaba de pie en el pasillo mirando hacía la garita y el pasillo del tren mientras los otros dos estaban vaciando con una prisa inimaginable unas bolsas de deporte para meter su contenido, que a su vez iba en bolsas de plástico, en otras bolsas y cestos. Yo les miré con cara rara y el primero de ellos con su nariz aguileña y mirada penetrante me hizo entender que no tenía nada que hacer ahí. Yo algo intimidado miré hacia el exterior y entonces cuando hubieron acabado y no hubo nadie en el andén saltaron de tren y se fueron corriendo por el andén hasta pasar por detrás de la aduana y perderse en un campo de arbustos y matojos. Ahí llegaron mis dudas sobre quienes eran y que hacían esos tres tipejos en el tren, no creo que hubiesen ido al baño los tres juntos y menos teniendo en el vagón, quizás llevaban algo ilegal que iban a esconder y volverían por la noche a buscarlo, de ahí su falta de colaboración con la policía y el aduanero. Pero porque habían dejado esas grandes bolsas de deporte y se habían llevado su "carga" en unas bolsas de plástico? esperaba que volviesen de lo contrario me empezaría a mosquear un poco. Pasados varios minutos llegó el primer policía que había pasado preguntando por los pasaportes y entró sin preguntar el el compartimento vecino. Se asombró al ver que no había nadie y me preguntó donde habían ido (aunque hablaba en serbio puedo entenderlo porque señaló hacia el camarote vacío y después levantó los tres dedos centrales de su mano), le dije que no sabía que se habían ido y saqué la mano por la ventana y señalé hacía el campo que había detrás de la caseta de la policía. Entonces el hombre se mostró algo más que inquieto, y miró el interior de la bolsa, me preguntó si era mía y le contesté negativamente. Entonces llamó por walkie-talkie a algún compañero suyo que apareció en seguida le dio unas instrucciones y este salió corriendo hacia las hierbas altas donde yo había señalado a la vez que desenfundaba su arma. El policía cogió la bolsa de deporte se bajó con ella del tren y dio ordenes al jefe de estación para que el tren reanudara la marcha.



Recuerdos

martes, 5 de octubre de 2010

Roma, miércoles 6 de febrero del 2008





“Atardece en la Villa Borghese. Aquí estoy sentado en unos jardines escuchando el silencio y viendo como el sol se pone tras las copas de los arboles. En menos de una hora tengo que encontrarme con Emilio en Termini y de ahí al aeropuerto y de nuevo a España. Este viaje ha terminado ya. Pero llegarán otros, seguro, en menos de un mes me voy a Africa y después otros muchos más. Sin ir más lejos hoy de vuelta de Napoli Emilio me contaba ensoñaciones suyas acerca de dar la vuelta a Asia en un verano, no son tonterias si de verdad las crees. Y a él le gusta la vida, como a mi, y hay que verlo todo. Yo aún me dejo muchas cosas que conocer en Roma, pero ya volveré más veces, a esta ciudad que se desmorona bajo el peso del tiempo, el calor y el frío. ”


Crónicas Nuxxianas II, "Las huídas y las búsquedas"