jueves, 5 de septiembre de 2013

Sensaciones y ambientes similares


He tomado un café esta tarde en una tetería del centro que no conocía y me ha recordado extrañamente a un viejo bar en el que estuve hace años en Bulgaria. Y no se bien porqué, porque quizás si en un hipotético caso lográsemos ponerlos uno al lado del otro no tuvieran tantas similitudes, pero más allá de eso ha sido una cierta sensación. Y las sensaciones también hacen que un lugar pueda parecerse a otro.

Recuerdo como aquel bar en Bulgaria, en la ciudad de Plovdiv concretamente, era más parecido a un centro clandestino que a otra cosa. Habíamos llegado allí tras unas indicaciones de una chica búlgara con la que habíamos tomado algo (mucho) de vodka. La chica tenía la particularidad de tener una bicicleta forrada con papel de periódico, un periódico en el que aparecía el Dalai Lama, así esta chica mística tendría una guía adicional en sus pedaleos. Y una vez tuvo el pedal adecuado se marchó a su casa y ya que cerraban el garito donde estábamos nos dio las indicaciones de lo que parecía era el último bar abierto en la zona. Casi sin luz y con cierto aspecto de un taller o antiguo garaje o incluso un establo, parecía cualquier cosa antes que un bar. Y no había ningún cartel en la entrada ni en el gran portón, cerrado por otra parte, que pudiese atestiguar lo que había allí dentro que dicho sea de paso no era otra cosa que unas pocas mesas de todas formas y tamaños en las que la gente de lo más variopinto parecía acabar la noche. Recuerdo como un gran agujero en el alto techo dejaba caer el agua de la lluvia que de manera intermitente había estado cayendo durante el día. Esto provocaba que hubiera un gran charco en el centro del garito y las mesas se habían apartado hacia las paredes dejando en el centro una improvisada pista de baile encharcada. Había música aunque no recuerdo exactamente que sonaba, nadie prestaba demasiada atención a las canciones que se sucedían. Había alguna pareja aquí y allá, algún grupo de amigos en algún rincón más oscuro, y otras pocas mesas vacías. Fuimos a pedir unas cervezas en algo que parecía una barra y nos sentamos en una mesa alargada del fondo, allí había sentados también unos chicos griegos con los que estuvimos charlando un rato. Todo el mundo allí parecía huir de algo por el aspecto que tenían, pero quizás, no eran las personas si no el lugar y el ambiente de aquel sitio.

Recuerdos 

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